lunes, 10 de octubre de 2011

autoestima..

En principio la autoestima significa una genérica opinión positiva de la propia persona y seguridad en sí mismo. No es que en sí haya nada de equivocado en ello pero la manera en que viene planteado el asunto es bastante nefasta. En el mejor de los casos lo que proponen los gurús de la autoestima es un cóctel de banalidades y de moralismo buenista, mezclado y agitado con algunos principios correctos. Una receta de felicidad a buen precio para espíritus perezosos. Todo ello expresado para darse importancia con un lenguaje pedante, a veces complicado y ridículo,
En el peor de los casos se trata de algo peor: de ideas que tienden a disgregar y debilitar la personalidad y el carácter. En la práctica el culto a la autoestima tiene a menudo este preciso resultado, el contrario del que en teoría persigue.En efecto no dejaremos de notar cómo a medida que hay más interés y esfuezo para aumentar la autoestima y se publican más y más libros sobre el tema, la depresión aumenta en nuestras sociedades y se consumen más psicofármacos de todo tipo. El consumo regular de psicofármacos para buscar la felicidad –o evitar la infelicidad-  por medios químicos, indica muy claramente que no se soporta la sociedad en que se vive y que uno tampoco se soporta a sí mismo.
Si vamos a la etimología de la palabra tenemos Auto (por sí mismo) + Aestima (evaluar, valorar, tasar) lo que ya nos hace ver la caída de nivel semántico. Un tiempo esta palabra tenía el significado de una evaluación de sí mismo, de los propios puntos de fuerza y debilidades, una valoración en un sentido objetivo, de lo que uno puede dar de sí de cara al mundo y de las propias posibilidades.

Nada que ver con el sentido descafeinado y buenista que ha asumido la palabra, pues hoy en día, parece que cultivar la autoestima es liberarse del pesado y a menudo penoso deber de la autocrítica, de exigirse algo a sí mismo, de evaluarse con lucidez.Podemos imaginar al profesor políticamente correcto: no dirá al niño que se ha equivocado, que debe estudiar, esforzarse y hacer las cosas bien de una puta vez. Le dirá –quizás y de manera muy soft- que a lo mejor era posible hacer mejor las cosas, pero que en definitiva lo importante es participar. Con lo cual, por supuesto, lo que hace es garantizar al niño un futuro de burro y de analfabeto. Eso sí, crecerá en la beata felicidad de ignorar que es un asno, por lo tanto sin tener la oportunidad de mejorarse y aprender pero conservando intacta su autoestima. Hasta que la realidad le propine el golpe definitivo que hundirá definitivamente su autoestima: ser incapaz de realizar sus aspiraciones, porque la educación ingenua y sentimental de las maestrinas y los maestrinos le ha convertido en un débil y un inútil.Típicamente nos encontramos con mucho moralismo y generalidades que más bien recuerdan a los horóscopos de los periódicos. Con sólo un poco de sarcasmo podemos calificar estos puntos, extraídos de un libro entre tantos iguales, como una especie de decálogo del buen ciudadano con alta autoestima:

  1. Cree en sus valores y está dispuesto a defenderlos pero también a cambiar de opinión si es necesario
  2. Usa su propio criterio y no se siente culpable si los demás no lo aprueban
  3. No se preocupa demasiado del pasado o del futuro. Aprende del pasado y hace planes para el futuro pero vive en el presente
  4. Confía en sí mismo para resolver sus problemas, pero es capaz de pedir ayuda.
  5. Se considera igual a los demás en dignidad, pero acepta diferencias individuales
  6. Cree que él mismo es valioso para los demás o por lo menos para quien está cercano
  7. Resiste a las manipulaciones y colabora si parece apropiado y conveniente
  8. Le gustan actividades muy variadas
  9. Sensible hacia los demás y respeta las reglas sociales aceptadas. No desea prosperar a expensas de los demás.
[José Vicente Bonet: Sé amigo de ti mismo: Manual de autoestima]
Para finalizar, no dejaremos de notar que todo el tinglado que hay montado alrededor de la autoestima, como vive de esto, naturalmente fomenta esta actitud. Y si no funciona o funciona sólo a medias tanto mejor. Al fin y al cabo lo importante es fidelizar  al cliente. Una característica que el tinglado de la autoestima comparte con otros tinglados afines que se reparten el mercado: el de la asistencia psicológica y el (multimillonario) de la medicina moderna.

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