martes, 4 de octubre de 2011

Federico II de Hohenstaufen

El enfrentamiento entre el emperador y el Papa es un reflejo de esta guerra esencial en el que las más de las veces la Iglesia acaba actuando como instrumento del Sanedrín Secreto. En el curso de los cuatro siglos que van desde el año 1000 al 1400 hallamos en el bando del Imperator juntos a cátaros, valdenses y gibelinos.

Federico II, emperador desde 1220 a 1250, había sido preparado y elegido por los templarios en San Juan de Acre hacia 1228 para llevar a cabo la instauración del reino mesiánico universal. Pero el plan fracasó, porque Federico II, a diferencia de sus antecesores, supo acceder al conocimiento sutil del esoterismo, llegando a conocer el verdadero “secreto”, el plan mesiánico de los templarios. Fue así como acabó rechazando sus planes y enfrentándose a ellos. Emperador de Alemania, rey de los romanos, rey de Sicilia, rey de Jerusalén, Federico II de “Hohestaufen” fue un soberano prestigioso. Su gran inteligencia acabaría convirtiéndolo en enemigo irreductible del papado. Se inició en la gnosis y buscaba la llave de las cosas ocultas por la búsqueda del conocimiento a través de la historia del Graal y del conocimiento antiguo. Mostró interés por el sufismo islámico, hablaba varias lenguas, entre ellas el árabe y el griego.
Tras la muerte de Federico II (1250), la leyenda se centró en él, recordándole como el emperador dormido que aguarda en el interior de una montaña el tiempo de despertar y de restituir el imperium. Luego, en el siglo XVI, el emperador dormido se convirtió en Federico Barbarroja. “Desde entonces, para los alemanes, el emperador prometido duerme en las profundidades de una gruta de Turingia. Está sentado ante una mesa de piedra, y, dado que duerme, su barba rodea ya varias veces el contorno de la mesa. En ocasiones se despierta para preguntar al pastor que le vela: “¿Vuelan todavía los cuervos alrededor de la montaña?”, y el pastor responde tristemente: “Sí.” El emperador reemprende entonces el sueño secular, esperando el día en que conducirá a Alemania a la cabeza de todos los otros pueblos”. “Entonces, el Reich que durará mil años abarcará toda Europa”, como subraya Eric Muraise, “la leyenda del emperador dormido adquirirá una nueva magnitud cuando se apoye en la transposición poética de la leyenda del Graal (Grial), copa santa, cuya revelación purificará y unirá toda la cristiandad desmembrada”.

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