martes, 15 de noviembre de 2011

los nuestros..el Cid y Jaime I..

Vivar es una pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos, fronteriza entonces con el reino de Navarra.
Por su padre, Diego Lainez, pertenecía a la nobleza infanzona; por su madre, hija del magnate Rodrigo Alvarez, descendiente por línea paterna de Laín Calvo, uno de los dos Jueces de Castilla, a la alta nobleza. Huérfano en 1058, se educó en el palacio real junto al infante Sancho. Estudió letras y leyes, seguramente en el monasterio de San Pedro de Cardeña.
Con la muerte de Fernando I (27 diciembre 1906), padre de Sancho, éste se proclamó rey, Sancho II, y una vez tomada posesión del reino de Castilla, armó caballero (1060) y nombró alférez real al Cid.
El Cid venció al navarro Jimeno Garcés en duelo judicial. Gracias a esta victoria recibió el sobrenombre de Campeador (Campi doctor). El término "Cid" se lo aplicaron los musulmanes y equivale a «señor» y deriva de la trascripción del árabe sayyid, que significa amo o señor.
Brazo derecho del rey Sancho II. Participó en el sometimiento del reino de taifa zaragozano (1067), en las batallas de Llantada (1068) y Golpejera (1070). Su señor murió en el cerco de Zamora (1072).
En la iglesia de Santa Gadea de Burgos, tomó juramento a Alfonso VI para poder ser reconocido como rey. Una vez hecho esto se hizo su vasallo. Se casó con la sobrina del rey, Jimena Díaz, hija del conde de Oviedo el 19 de Julio de 1074. La muerte de Sancho II arruinó la posición del Cid en la corte.
(1080). Estando en Sevilla cobrando las parias a al-Mu'tamid para el rey de Castilla, derrotó al rey granadino Abd Alláh, García Ordóñez y otros castellanos, los apresó en Cabra. Les concedió la libertad a los tres días, pero en adelante contó con una declarada enemistad del favorito.
A consecuencia de una atrevida cabalgada por tierras toledanas en respuesta a un ataque musulmán a Gormaz, Alfonso VI le declaró incurso en la ira regia, sanción que llevaba al destierro (1081).
Primer su primer  destierro, deja a su mujer e hijos en Cardeña. Busca un nuevo señor. Es rechazado en Barcelona, pero no en Zaragoza, donde se pone al servicio de al-Mu'tamin. Defendiendolo derrota al hermano de éste, al-háyib Mundir, rey de Lérida, y a su aliado Berenguer II de Barcelona en Almenar, a 20 Km. de Lérida, apresando al mismo.
Al socorrer a Alfonso VI en Rueda (1083), el rey, según el Fuero, le devuelve el favor regio y regresa a Castilla, pero decide volver al servicio de al-Mu'tamin y en Morella vence a Sancho Ramírez de Aragón y a Mundir (1084). Poco después, Alfonso VI jura tomar Zaragoza, el Cid no combate, pues no desea combatir a su señor. La llegada de los almorávides y la derrota de Zalaca reconcilian de nuevo a monarca y vasallo (1087). Alfonso permite al Cid que regrese a Levante, concediéndole todas las conquistas que hiciera a los musulmanes
Unido a Musta'in, que sucede a Mu'tamin de Zaragoza, auxilia a al-Qádir de Valencia y libera esta bella ciudad del sometimiento de Mundir de Lérida con tropas castellanas a sueldo (1088). Como protector de al-Qádir, al año siguiente, y con 7.000 castellanos más, libera de nuevo a Valencia del sometimiento que imponían Munddir y Berenguer II y consigue que se sometan a su rey Alfonso los principados de Valencia, Albarracín y Alpuente (1089).
Alfonso VI iba a acudir en defensa de Aledo, sitiada por el emir almorávide Yúsuf b. Tásfin (1089), ordena al Cid que se le una con sus tropas, pero por circunstancias imprevistas no pudo alcanzar la hueste real. La ira del rey, le hace incurrir de nuevo en el destierro, el segundo para el Cid.
El Cid domina Levante. La enemistad entre el rey y él hizo que perdiera su anterior posición en Levante y que tuviera que empezar de nuevo. Ante los estragos causados por el Cid en tierras de Orihuela y Játiva, Mundir de Lérida y al-Qádir de Valencia volvieron a reconocer su protectorado. Este dominio sobre las taifas levantinas despertó el recelo de Berenguer II, quien, al ver que no podía hacerse con esos reinos musulmanes, formó una gran coalición contra el Cid, pero éste venció y apresó al barcelonés en el pinar de Tévar, al cual devolvió la libertad sin exigirle rescate.
El sometimiento de algunos alcaides y de Mundir y su hijo, que mediante tributo pusieron Lérida, Tortosa y Denia bajo la protección del Cid. En 1090 dominaba prácticamente todo el Levante español.
Ese mismo año ayudó a Alfonso VI en contra de Granada, pero una acción del Cid no fue bien interpretada por el rey que volvió a enemistarse con el Cid hasta el punto de intentar Alfonso, con ayuda de Aragón, Barcelona, Pisa y Génova (1092), la conquista de Valencia, sin respetar el protectorado que sobre ella ejercía el Cid. Éste respondió con un ataque devastador a tierras de Calahorra y Nájera, las de su enemigo García Ordóñez, esto obligó a Alfonso a abandonar Valencia para acudir en ayuda de su favorito.
Entre tanto en Valencia se preparaba una revolución contra el rey al-Qádir, que llevo a la conquista de la hermosa ciudad. En ausencia del Cid, el cadí Ibn Yahháf conspiró contra al-Qádir y en favor de los almorávides, que ya estaban en Alcira. Al-Qádir huyó y logró ocultarse, pero fue descubierto y asesinado (1092), Ibn Yahháf se apoderó de su tesoro. Las fortalezas de Valencia fueron entregadas a los almorávides y la ciudad comenzó a regirse por una comisión de notables.
El Cid volvió dispuesto a vengar el asesinato de al-Qádir. Conquistó Yuballa. La guarnición almorávide fue expulsada a Denia. El Cid se convirtió en Señor de Valencia. Los almorávides se retiran sin combatir y el Cid establece un cerco durísimo a la ciudad, que se rindió el 15 junio de 1094.
Ante los notables musulmanes dictó un benigno estatuto para el gobierno de la ciudad: él sería juez supremo, pero los musulmanes conservarían sus propiedades, la ciudad y la mezquita. Viendo estable su situación en Valencia, hizo venir a su mujer e hijos. Hasta entonces el Cid no había tenido conflictos armados con los almorávides. Estos habían unificado todos los reinos de taifas de al-Andalus, excepto los de Valencia, Zaragoza, Lérida y Tortosa, los protegidos por el Cid.
En diciembre de 1094 se produjo un lógico y esperado ataque contra Valencia, participando un gran ejército almorávide al mando de un sobrino del emir Yñsuf ibn Tásufin. El Cid se mantuvo diez días a la defensiva tras los muros de la ciudad, al cabo de los cuales realizó una inesperada salida y los derrotó totalmente en el Llano de Cuarte, apresó a muchos y cogió un fabuloso botín. En Cuarte y a manos del Cid, los almorávides, hasta entonces invencibles, conocieron su primera gran derrota en España.
El Cid decide vengar a al-Qádir. Las sospechas recayeron sobre el cadí ibn Yahháf. Un tribunal musulmán condenó a ibn Yahháf a ser lapidado, pero el Cid, aplicando un Derecho castellano, hizo que muriera en la hoguera (Mayo 1095). Pronto se produjeron alborotos, eso hizo que el Cid cambiase el estatuto que había concedido a los musulmanes por otro menos tolerante que sería el aplicado por los cristianos en sus conquistas durante el siglo XII. La mezquita mayor, fue convertida en iglesia y más tarde en la catedral de Santa María (1097).
En Bairén, el Cid i Pedro I de Aragón derrotaron totalmente al poderoso ejército almorávide (Enero 1097). Segunda gran victoria sobre los almoravides. Los últimos actos bélicos del Cid fueron las conquistas de Almenara y Murviedro (1098), con lo que el territorio valenciano quedó en una seguridad total.
El Cid murió en Valencia el 10 julio 1099. Su viuda vivió durante tres años en Valencia. Sitiada en 1101, Jimena pidió auxilio a Alfonso VI, que acudió en su socorro y ante cuya presencia los almorávides se retiraron. Pero el monarca consideró imposible mantenerse en la plaza, muy alejada de Castilla, y ordenó que fuera abandonada e incendiada (Mayo 1102). Los restos mortales del Cid fueron conducidos por sus vasallos al monasterio de San Pedro de Cardeña.
Tres hijos tuvo el Cid de su esposa: Diego (1075), que murió en la batalla de Consuegra frente a los almorávides (1097); Cristina, que casó con Ramiro de Navarra y cuyo hijo, García Ramírez, sería rey; y María, que casó con Ramón Berenguer III el Grande, de Barcelona.
El domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid. Toda la cristiandad lloró su muerte.
La figura del Cid y sus hazañas merecieron el honor de protagonizar el primer cantar de gesta de la literatura castellana, el Cantar de mío Cid. No es Poema sino Cantar, ya que como letra de una canción ha de ser tomado y no texto de poema. Así pues, El Cantar del Mío Cid, es una canción recitada por los juglares de aquellos tiempos medievales. El texto que nos ha llegado, es una trascripción de un copista llamado Per Abbat en un manuscrito del siglo XIV, conservado en la Biblioteca Nacional. Aunque hay quien opina que pudiera ser el autor y no mero copista.
Es posible que ya existiera un primitivo Cantar del Mío Cid en 1120, aunque el de mejor contenido es el conservado de 1207.

" Ya entra el Cid Ruy Díaz por Burgos;
sesenta pendones le acompañan.
Hombres y mujeres salen a verlo,
los burgaleses y burgalesas se asoman a las ventanas:
todos afligidos y llorosos.
De todas las bocas sale el mismo lamento:
¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen Señor! "
Mio Çid Roy Díaz por Burgos entrove,
En sue compaña sessaenta pendones;
exien lo ver mugieres e varones,
burgeses e burgesas por las finiestras sone.
De las sus bocas todos dizían una razóne:
" Dios, que buen vassallo, si oviese buen señore! "
 JAIME I el conquistador..


Rey de Aragón y de Valencia, hijo de Pedro II el Católico y de María de Montpellier. Reina en Valencia durante 63 años.
Al morir Pedro II el Católico (13-09-1213), Jaime I se hallaba en manos de Simón de Montfort, al que le había sido entregado en 1211 por su padre, como garantía de una paz que no había de llegar, pues Pedro II falleció precisamente en la batalla de Muret (1213). A instancias del pontífice Papa Inocencio III, Jaime I fue entregado a los aragoneses tras un año de reclamaciones, y quedó, por disposición del testamento materno, bajo la tutela de la Orden del Temple, (Los Templarios), donde pasó su minoría de edad en el castillo de Monzón, (Aragón).
Su tío Sancho conde de Rosellón (Francia), hijo de Ramón Berenguer, condujo el destino del reino entre 1213-1218, asumiendo la regencia en calidad de procurador. Durante su regencia hubo frecuentes revueltas nobiliarias, que acabaron en principio con la paz de Alcalá (1217). Se retiró de la escena política en julio de 1218
Jaime I comenzó a gobernar a los 20 años, tuvo episodios como los sitios de Albarracín en 1220, y Moncada en 1223, y cayó prisionero en 1224. Superados estos contratiempos, Jaime I se lanzó a lucha contra los musulmanes. Aunque fracasó en Peñíscola en 1225, consiguió que Abú Zeid de Teruel se declarase tributario suyo. La sentencia arbitral de Alcalá del Obispo el 22-03-1227, puso fin a las disensiones feudales entre la monarquía y la nobleza de Aragón. El debilitamiento del poderío musulmán tras la derrota en las Navas de Tolosa  en 1212 permite al rey emprender en 1229 la expansión del reino por el Mediterráneo, con la conquista de Mallorca, Menorca en 1231 e Ibiza en 1235, y por la Península, ocupando Burriana y Peñíscola, y Valencia en 1238 e incorporando entre 1244 - 1245 Játiva y Biar.
El 6 de febrero de 1221 se desposó con Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII, hermana de Doña Berenguela y tía de Fernando III.
A la muerte de Ermengol VIII de Urgel, su cuñado, Guerau de Cabrera, se apoderó del condado, en detrimento de los derechos de la hija de Ermengol, Aurembiaix., a la que Jaime I tomó como amante el 28 de octubre de 1228.
Causas muy diversas fueron las que impulsaron a Jaime I a emprender la conquista de las Islas Baleares. Los marselleses, genoveses y pisanos colaboraron en mayor o menor grado en la empresa, pues todos tenían intereses mercantiles en el Mediterráneo. La escuadra, formada por unas 150 embarcaciones y más de 1.500 hombres, salió del puerto de Salou (Tarragona) el 5 de septiembre 1229. La toma de la ciudad se produjo el 31 diciembre 1229. Ibiza no sería conquistada hasta 1235, y Menorca, que se declaró tributaria de Jaime  en 1231.
Después de la conquista de Mallorca, la conquista de Valencia era, el siguiente objetivo del monarca, para ello contó con unas tropas de las que tan sólo un 2% procedían de la Marca Hispánica, lo que posteriormente se conoció como Cataluña, pues entonces no existía aun como tal. Un noble aragonés, Blasco de Alagón, había emprendido por su cuenta la conquista de Morella en 1232.
Después de la toma de Burriana y Peñíscola, y habiendo anulado su primer casamiento por razón de parentesco, contrajo segundo matrimonio con la princesa Violante, hija de Andrés II, rey de Hungría en septiembre 1235. La paralizada reconquista valenciana, volvió a iniciarse en 1236 cayendo Valencia capital el 28 septiembre de 1238.
Jaime I dotó a Valencia de una legislación propia: el Fur de Valencia, (Los Fueros de Valencia), convirtiéndose en el Reino de Valencia, además también le otorgó cortes y moneda propia, frente a las pretensiones feudales de los nobles aragoneses. En las Cortes de Ejea (1265) éstos impusieron el nombramiento de un caballero Justicia, independiente y no funcionario real, intérprete de los Fueros. El Reino de Valencia delimitaba al oeste, sur-oeste y norte con el Reino de Aragón.
Por el testamento de su primo Nuño Sanchez, heredó los condados de Rosellón y Cerdaña., y el vizcondado de Fenolledas en Francia (1241).
Jaime  I repartió sus posesiones según lo estableció mediante testamento en 1247. En dicho documento, Jaime I legaba a Alfonso, hijo de su primer matrimonio con Leonor de Castilla, el reino de Aragón; para Pedro, fruto de su unión con Violante de Hungría, el condado de Barcelona, el reino de Mallorca y el condado de Ribagorza; y a Jaime y Fernando, hermanos de éste, respectivamente les correspondían el reino de Valencia y el condado de Rosellón.
El descontento de Alfonso le hizo recurrir al monarca castellano y provocó una revuelta nobiliaria, solventada por las cortes de Alcañiz en 1250, en las que se estableció que a Alfonso le corresponderán los reinos de Aragón y de Valencia, con lo que la historia de los reinos de Aragón y Valencia va unida; a Pedro, Cataluña, con lo que los condados catalnes se desmarcan durante unos años de los reinos de los reinos de Aragón y de Valencia, y a Jaime el reino de Mallorca y el señorío de Montpellier.
La cuestión aún no quedará resuelta, debido a los acontecimientos que años más tarde se sucederán. En 1258, Jaime I firma el Tratado de Corbeil con Luis IX de Francia, con el que da fin a la reclamación de los condes de Barcelona de los territorios al norte de los Pirineos), a cambio de la renuncia de San Luis de Francia a los condados catalanes, sobre los que tenía derechos adquiridos como descendiente de Carlomagno.
Fuera de matrimonio tuvo: en Doña Teresa Gil de Vidaure a Don Jaime, señor de Exerica, y a don Pedro, señor de Ayerbe; de una señora de la casa de Antillon, cuyo nombre se ignora, a Don Fernan Sanchez, a quien dió la baronia de Castro; y de Doña Berenguela a Don Pedro Fernandez de Hijar, a quien hizo merced de la baronía de este nombre.
En 1260 fallece el infante Alfonso, debiendo organizarse de nuevo la herencia de los territorios de Jaime I. Así, quedan para su hijo Pedro III, los reinos de Aragón y Valencia; y le corresponden a Jaime II de Mallorca, el reino de Mallorca y los condados de Rosellón, Colliure, Conflent y Cerdeña, el ducado de Lérida, unidos al condado de Barcelona.
La rebelión musulmana en el reino de Murcia, dominado por Alfonso X de Castilla gracias al tratado de Almizra de 1244 firmado entre ambos monarcas, empuja a éste a solicitar la ayuda de Jaime I. La colaboración del rey valenciano-aragonés consigue pacificar la región en 1266, entregando de nuevo el territorio al monarca castellano.
En 1269 promovió una cruzada a Tierra Santa, que fracasó a causa de una gran tormenta.
Pretendió también ser coronado por el Papa Gregorio X en el Concilio de Lyon de 1274, pero éste se negó al no haberse realizado el pago del censo establecido por Pedro II. La revuelta de los nobles, característica de los primeros años de su reinado, rebrota nuevamente en los últimos a cargo sobre todo de su hijo bastardo, Fernán Sánchez de Castro, quien se enfrentará al infante Pedro. Por otro lado, los musulmanes del Reino de Valencia se rebelan contra el reinado de Jaime I, obligando al rey a emprender personalmente la campaña de pacificación.
En otro orden de cosas, fomentó con su política expansionista el comercio con las Islas Baleares y plazas africanas.
Enfermo, abdica en sus hijos Pedro y Jaime y muere en el Reino de Valencia en 1276. Enterrado en Poblet, sus restos fueron trasladados en 1835 a Tarragona y reintegrados a Poblet en 1952.

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