Estas fechas son consideradas fundamentales en la leyenda negra pues se dan muchos sucesos importantes para determinar ese sentimiento exagerado. A lo acontecido en la Santa Sede, debemos sumarle el surgimiento de Lutero y la consecuente crisis de la Iglesia Católica, como también los movimientos inquisitoriales tanto en España como en sus colonias americanas.
Estos últimos dos acontecimientos están sumamente entrelazados pues si existió un territorio totalmente fiel al Papa fue éste, y a medida que las personas se desencantaban con la Iglesia, también lo hacían con España (como con Italia y Francia), principalmente en los territorios germanos donde Lutero predicó con más fuerza y con gran sentimiento nacionalista.
El sentimiento mencionado era contra lo latino, lo romántico por decirle de otro modo, y por ello debemos incluir los tres países (e incluso Portugal para dejarle bien concreto), más cuando éstos estaban fuertemente identificados con el Papa, catalogándoles como inmorales.
A esto le debemos sumar su intolerancia para con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V, siendo a su vez el Rey de España bajo el nombre de Carlos I. Éste defendía el catolicismo en las tierras germanas, al tiempo que se formaba en el territorio la
El enfrentamiento entre católicos y protestantes en esta región finalizó en la Batalla de Mühlberg disputada el 24 de abril de 1457, pese a que la “guerra” como tal culminaría recién en 1555, con la famosa Paz de Augsburgo.
Todos estos acontecimientos llevaron a agudizar la intolerancia hacia España, acusándola, por su relación con la Iglesia Católica, de cientos de formas diferentes, muchas de ellas totalmente injustificadas cuando no exageradas. La influencia que poseían las religiones en ese momento, como así el poder de algunos autores, ayudaron a fomentar este sentimiento, al tiempo que muchos tergiversaron datos para mostrarla al mundo más cruel de lo que realmente fue.
El caso más concreto es el mencionado con Torquemada, pero podemos encontrar decenas de casos en la historia de España
Uno de los acontecimientos quizás más importantes de la Historia de la Iglesia es el famoso Concilio di Trento, punto final a la Contrarreforma, la reforma de la Iglesia Católica, luego del caos en el que se vio inmersa tras el origen del protestantismo de la mano de Martín Lutero, tema que ya tratamos con la Reforma.
Catedral de Trento, sede del Concilio
El Concilio ecuménico universal que conovocara el Papa Pablo III inició sus sesiones en Trento (Italia) el 13 de diciembre de 1545. Las mismas (sesiones) se llevaron a cabo en tres períodos debido a diversas interrupciones de guerras de religión entre católicos y protestantes, poniendo punto final a las conversaciones en el año 1563.Estas sesiones eran presididas por un legado pontificio y sólo los obispos tuvieron derecho al voto, no los teólogos (abundantes en la época). La diferencia de este concilio es que los votos se tomaban en forma individual y no por países como ocurriese anteriormente. De este modo, los representantes españoles jugaron un papel principal y fundamental.
Pese a las discrepancias iniciales, se decidió que se tratarían los dos temas principales que deseaban por un lado los españoles (la reforma del Clero) y los italianos (temas relativos al dogma). De este modo, el concilio finalizaría con una afirmación de la supremacía pontificia ya que se sometieron sus resoluciones a la aprobación del Papa.
En cuanto al aspecto doctrinario, no se hicieron concesiones a las innovaciones protestantes. De aquí extraemos las siguientes conclusiones:
- Las fuentes de la fe son las Sagradas Escrituras y la Tradición (es decir la obra de los Padres de la Iglesia)
- La interpretación de las Sagradas Escrituras es asunto exclusivo de la Iglesia. Se reconoce como único texto autorizado la Biblia.
- La salvación se obtiene no sólo por la fe sino también por las obras.
- Se mantienen los siete sacramentos y se afirma la precencia real de la Eucaristía
- Se afirma el culto a la Virgen y los Santos
- Se mantiene el carácter sagrado del Sacerdocio, conservando el celibato sacerdotal
Pablo III, principal promotor del Concilio di Trento
En cuanto al Clero se dispone a combatir los abusos prohibiendo la acumulación de cargos, obligando a la residencia de los obispos y párrocos en sus respectivas diócesis. Además se establece como edad mínima para ser ordenado sacerdote los 25 años y 35 años para ser consagrado obispoLa obra general del Concilio di Trento se completará posteriormente con la publicación del “Catecismo Romano“, el “Breviario” y el “Misal” los que tuvieron como fin procurar la unidad de los ritos que hasta ese entonces estaba comprometida por la diversidad litúrgica que decidía cada diócesis.
Cierto es que este artículo sobre el Concilio di Trento sería el cuarto o quinto capítulo de “la Contrarreforma“, pero por su importancia debía ser tratado aparte, mereciendo un título único que lo designara y separara del resto.
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