domingo, 30 de octubre de 2011

Adolf Hitler..ideas

- La tierra es propiedad nacional. Los individuos no pueden tener más que el usufructo de la misma. Por lo tanto, que cada cual saque su pedazo de terreno el máximo de lo que pueda rendir. Puesto que el profesor Hoffmann puede afirmar que su hacienda da las mayores cosechas de la región, yo opino que eso está muy bien, y que ello es una razón mayor para que la conserve. Cuanto más dinero invierta en ella, más provecho sacará.

- El hecho de hablar varias lenguas no es un signo de inteligencia. Se encuentran corrientemente niños que hablan tres o cuatro lenguas, por poco que tengan institutrices extranjeras.

Sobre las recomendaciones:

- No se obtenía absolutamente nada en Austria sin recomendaciones. Cuando llegué a Viena, llevaba una para Roller, pero no la utilicé. Con aquella recomendación, me hubieran contratado inmediatamente. Sin duda fue preferible que no sucediera así. No me ha hecho daño tener que comer suela de zapato.

Sobre la corrupción:

- Había antes diez mil veces más corrupción que hoy. La diferencia es que no se hablaba de ello. Cuando condenamos a un prevaricador, no ha de ser un pretexto para dar grandes voces. Entre nosotros no hay mal endémico, no hay más que casos especiales.

- Hay quien dice que el mundo es malo y desea dejar esta vida. ¡A mi me gusta este mundo! Si ese deseo de morir es debido a un disgusto amoroso, doy al desesperado el consejo de esperar un año. Los consuelos vendrán. Pero si es por otra razón por la que un ser humano quiere morir, entonces que muera, no se lo impido. Llamo sencillamente la atención sobre el hecho de que no es posible escaparse completamente de este mundo. Los elementos que componen nuestro cuerpo pertenecen al ciclo de la naturaleza. En cuanto a nuestra alma, pudiera ser que volviera al limbo, esperando una ocasión de reencarnarse. Pero me contrariaría que todo el mundo quisiera acabar con la vida.

- Adén es, por lo visto, uno de los peores hornos del globo. Estoy bien decidido a no atravesar jamás el Mar Rojo. ¡Me daría un ataque!

Sobre los artistas y la política:

- Hace tiempo que conozco a los actores y a los artistas en general. De vez en cuando resulta conveniente poner fin a sus impertinencias y dirigirles una amonestación.

Actitud con los adversarios:

- He sido particularmente correcto con mis adversarios. He hecho del ministro que me condenó, mi ministro de Justicia. Entre mis carceleros hay varios que han llegado a ser jefes de la SA. El director de mi prisión ha ascendido. El único que no ha mejorado de situación ha sido Schweyer. Al contrario, le he suprimido las acumulaciones, ya que además de su pensión de ministro, cobraba dieciocho mil marcos a título de administrador de la electricidad de Baviera.

- Espíritu de decisión no significa obrar a cada instante. El espíritu de decisión consiste sencillamente en no dudar cuando una convicción interior os manda obrar.

- He sostenido siempre el punto de vista de que el Partido debe permanecer aparte de la religión.

Hitler sabía perfectamente lo que le ocurriría si perdiera la guerra. No solo eso, incluso si la ganaba, sabía que en algún momento de la historia, se hablaría mal de él. Tan es así, que en una fecha tan temprana como 1941 opinaba lo siguiente:

- ¿Quién puede escapar a la crítica? Yo mismo, si desapareciera hoy, no ignoro que llegará un momento, dentro de cien años quizá, en que se me atacará violentamente. La historia no hará una excepción en mi favor. Pero, ¿qué importancia tiene esto? Bastan otros cien años más para que las sombras se borren. No me preocupo de ello, yo marcho adelante.

Claro, que en la época que hizo ese comentario la guerra le era favorable. Aunque Hitler siempre tuvo enemigos.  No le era ajeno en absoluto el hecho de que si perdía la guerra, el mundo se volvería contra él, como ha ocurrido. 

Ese mismo día hizo otro comentario que hoy en día cobra demasiada actualidad, dado el periodismo que se practica:

- No hay derecho a fotografiar a un hombre sorprendido en la intimidad. Es muy fácil ridiculizar a cualquiera. Que cada uno se pregunte a sí mismo qué haría si tuviese la mala suerte de ser fotografiado, sin saberlo, en una situación delicada. Estos son procedimientos repugnantes, y he prohibido que semejantes fotos se utilicen.

En otra ocasión opinó:

- ¡Piedad para los pesimistas! Se estropean a sí mismos la existencia. La vida, en resumidas cuentas, no es soportable sino a condición de ser optimista. El pesimista complica inútilmente las cosas.

De sobra sabemos que Hitler era un hombre optimista. A lo largo de la guerra lo demostró con creces. Hitler infundía tanto optimismo que hasta los generales y colaboradores más pesimistas salían completamente transformados tras una entrevista con él. 

- ¿Cómo hubiera podido triunfar sin esta dosis de optimismo, que nunca me ha abandonado y sin esta fe que transporta montañas?

- Hoy no sería capaz del esfuerzo que supone, por ejemplo, hacer un discurso todas las noches. La conciencia de no ser ya capaz de algo, es desmoralizadora. Creo ciegamente en mi pueblo. Si perdiera esta fe, no me quedaría más que morir.

- Aquella unión con el pueblo que sentía entonces, no me ha abandonado. Gracias a los lazos que me unen con él, soy capaz de compartir sus penas y sus alegrías. Me coloco espontáneamente en su lugar.

Otra opinión de Hitler interesante:

- A la larga las guerras se olvidan. Sólo quedan las obras del genio humano.

En una ocasión Hitler pronunció casi su epitafio:

- Toda mi vida puede resumirse en el esfuerzo que ha sido sin cesar el mío, de persuadir al prójimo.

Es evidente que el nombre de Hitler se asocia a lo peor del ser humano. Constantemente se intenta que todas las generaciones sepan quién fue Hitler. La prensa, el cine, los colegios y las universidades se encargan de ello constantemente. Recientemente una encuesta britanica llegó a la absurda conclusión de que 1 de cada 20 escolares identificaba a Hitler con un entrenador de fútbol. Pero la conclusión es ilusoria porque en todas las encuestas los encargados ofrecen varias respuestas, así que si hubieran puesto como respuesta "Hitler fue un famoso cocinero" el titular habría sido "1 de cada 20 estudiantes cree que Hitler fue un cocinero". En todo caso, que 19 de cada 20 estudiantes sepan quién fue Hitler, nos da una idea de lo popular del personaje. Aun así, alguien pretende que el 100% de la población identifique a Hitler a la perfección. Para mi es un misterio ese empeño. No ocurre con ningún otro personaje historico. Lo que tampoco logro entender es que la sociedad ponga el grito en el cielo cuando aparecen bandas de neonazis, cuando lo cierto es que la información sobre Hitler es abrumadora. No es de extrañar pues, que tras semejante promoción de Hitler, siempre surjan admiradores. Incluso aunque esa promoción sea tan negativa como es el caso de Hitler.

Pero hubo una época en la que Hitler fue un personaje muy popular, admirado y querido, tanto en Alemania como en el extranjero. Hacia 1937 Hitler consiguió éxitos impresionantes.  En solo cuatro años logró elevar la calidad de vida de los alemanes a unos niveles no conocidos. Consiguió elevar la calidad de los servicios sanitarios "a un grado tal que muchos extranjeros quedaron impresionados" (J.Toland). La mortalidad infantil se redujo drásticamente. Muchas enfermedades, como la tuberculosis, disminuyeron notablemente. Los jóvenes tenían una buena forma física. El diputado británico Arnold Wilson quedó tan impresionado que escribió "hasta las personas más pobres van mejor vestidas que antes, y sus rostros alegres atestiguan su buena salud psicológica". Continuo con Toland: "las condiciones de trabajo mejoraron con más ventanas, menos hacinamientos y mejores lavabos. Todas las oficinas y talleres se mantenían limpios y ordenados; había flores en abundancia, de modo que los trabajadores pudieran también disfrutar su entorno. Nunca el obrero había gozado de privilegios semejantes". A los obreros se les ofrecía acceso a la cultura y podían ver gratis teatro, exposiciones, películas y cursos educativos. Como ya hemos visto, se inicio lo que ahora conocemos como "turismo". Hitler pretendió extender la igualdad en todo el país. Incluso el explorador judío Sven Hedin escribió que "Hitler estaba dotado de una pasión irrefrenable por la justicia, una visión política inspirada, una perspicacia infalible y una preocupación genuina por el bienestar de los conciudadanos".

Toland dijo que si Hitler hubiera muerto en 1937 "sin lugar a dudas habría bajado a la tumba como una de las figuras más grandes de la historia alemana". De la misma forma que no se puede dudar de que Hitler fue un personaje nefasto para millones de personas, tampoco se puede dudar de su preocupación por el bienestar de sus ciudadanos. En alguna ocasión ya he hablado sobre las ideas de Hitler. Muchas de ellas nos parecen ahora lógicas, pero no cabe duda de que fue un adelantado a su época. Según Toland " preveía otras innovaciones para el futuro. En las grandes ciudades habría aparcamientos subterráneos automatizados, centros libres de tránsito, numeroso parques y espacios verdes, y un control estricto de la contaminación. Como parte de su obsesión personal por la limpieza, el problema de la polución lo preocupaba de tal modo que exhortaba a la industria a comprometerse con la eliminación completa de los gases nocivos". Como vemos, Hitler ya se anticipó a los problemas de contaminación que sufrimos en la actualidad y cabe preguntarse si con un Hitler triunfante hubiera sido posible el deterioro de la capa de ozono.

Otro logro importante en la política de Hitler fue la consecución del pleno empleo, algo que pocos regímenes han conseguido. Como es conocido, Hitler fue un apasionado de la arquitectura y el urbanismo. En la biografía de Toland podemos leer en boca de Hitler:

"El espacio es esencial y me deleita ver a nuestros arquitectos trazar proyectos amplios y espaciosos. Sólo así evitaremos el surgimiento de ciudades en las que las casas están amontonadas casi unas encima de las otras, como puede verse en Zwickau, Gelsenkirchen y muchas más. Si me desterraran a una ciudad de este tipo, privada de toda belleza, perdería el ánimo y la alegría con tanta seguridad como si me desterraran de mi patria. Por lo tanto estoy decidido a que por lo menos cierto grado de cultura y belleza penetre hasta la más humilde de nuestras aldeas para que, paso a paso, el atractivo de todas nuestras ciudades alcance un grado elevado"

En todo caso, lo cierto es que las democracias ven en Hitler a un peligro porque su régimen ha sido la única alternativa con éxito que ha surgido en la historia. Ningún otro regimen cosechó los éxitos de Hitler. Es evidente que las democracias "copiaron" muchas de las ideas de Hitler.

- En mi juventud yo era un solitario y prescindía muy bien de la sociedad. He cambiado mucho ya que ahora no puedo soportar la soledad. Lo que prefiero es cenar en compañía de una mujer bonita. Y antes que encontrarme solo en casa, iría a comer a la Hostería.
- Nunca leo una novela. Ese género de lectura me desagrada.

- Desde el momento en que una lengua dispone de una letra para cada sonido diferente, no se puede admitir que la pronunciación exacta dependa del conocimiento de la lengua en la cual la palabra tiene su origen. Una palabra debe escribirse como se pronuncia.


- ¿Creen ustedes que hay necesidad de enseñar geometría, física y química a un muchacho que ha decidido consagrarse a la música? Si no esta dotado para estas disciplinas ¿qué le quedará de ellas más tarde? Encuentro perfectamente ridículo ese modo de hacer tragar a la juventud tantas nociones parciales que no es capaz de asimilar.
- El matrimonio, tal y como se practica en el medio burgués, es generalmente algo que va contra la naturaleza. Pero admito que el hallazgo de dos seres que se complementan, que están hechos el uno para el otro, limita ya con el milagro.
- Las mujeres que no tienen hijos terminan por volverse neuróticas.




- La barba da caracter a ciertos rostros, pero se descubre mejor la personalidad en un hombre afeitado. La evolución que se ha hecho en el sentido de la sobriedad, parece además conforme con las leyes de la naturaleza. A través de las edades ¿no ha ido el hombre desembarazándose de su pelambrera?
- Cuando vuelva la paz, empezaré por pasar tres meses sin hacer nada. Nuestros soldados mismos deben tener vacaciones. Abandonaré inmediatamente el mando del ejército.
- Cuando todo el mundo pierde el dominio de sus nervios, solo yo conservo mi sangre fría.
- ¿En virtud de que ley, divina o no, poseen solo los ricos el derecho a gobernar?
- El nacionalsocialismo es un fenómeno puramente alemán. Nunca hemos tenido la intención de transformar el mundo.
- No se puede llenar el foso que existe entre los ricos y los pobres sólo con los consuelos de la religión.
- No me sentiría con derecho a exisgir a cada uno el sacrificio supremo, si yo mismo no hubiera hecho toda la guerra del 14 en primera línea.
Hitler tenía sus propias ideas sobre la vida humana y sobre los alimentos. No eran ideas descabelladas en absoluto y años después muchas de esas ideas han sido corroboradas por los investigadores. Por ejemplo, sobre la duración de la vida humana tenía una curiosa teoría:
- La hipótesis de que el hombre debería vivir más años parece confirmada por la disparidad que existe entre su corta existencia de adulto, por una parte, y su periodo de crecimiento por otra. Un perro tiene de vida una media de ocho a diez veces más larga que el tiempo que le hace falta para su crecimiento. Según esta cuenta, el hombre debería vivir normalmente de ciento cuarenta a ciento ochenta años. Lo que está comprobado es que en países como Bulgaria , donde se alimentan de yogurt, de polenta y de otros alimentos de este género, los hombres llegan a más viejos que en nuestras regiones. Desde otros puntos de vista, sin embargo, el campesino no vive higiénicamente. ¿Han visto ustedes que alguno abra la ventana?

- Todo lo que vive sobre la tierra se nutre de alimentos vivos. Que el hombre los someta aun proceso fisicoquímico explica las enfermedades llamadas de la civilización. Si la media de la vida humana está actualmente en progresión es porque otra vez se vuelve a la alimentación naturista. Es una revolución. Que un cuerpo graso, extraído del carbón, tenga el mismo valor que el aceite de oliva, yo no lo creo. Es seguramente preferible aplicar las substancias grasas para la fabricación de jabón, por ejemplo.
Sobre el cáncer, Hitler tenía la siguiente teoría:

- No está excluido que una de las causas del cáncer pueda residir en que los alimentos cocidos son nocivos. Damos a nuestro cuerpo una alimentación degradada. El cáncer tiene, por ahora, un origen desconocido., pero es posible que las causas que lo estimulan encuentren un terreno de elección en los organismos incorrectamente alimentados. Respiramos todos los microbios que provocan el catarro o la tuberculosis, pero ni todos estamos acatarrados ni todos tuberculosos.
- En mi juventud, los médicos decían que la alimentación a base de carne es indispensable para la formación de los huesos. Era falso. Contrariamente a los pueblos que comen polenta, tenemos malos dientes.
- Si lo propongo a un niño que escoja entre una pera y un trozo de carne, se precipita sobre la pera. Habla su atavismo.
- Los campesinos pasan catorce horas al día al aire libre. Sin embargo, a los cuarenta y cinco años son ya viejos, y la mortalidad es enorme entre ellos. Esto proviene de un error en su alimentación. No comen más que alimentos cocidos.









A Hitler el Ministerio de Asuntos Exteriores no le gustaba nada. Y le gustaban menos los funcionarios. Creía que los diplomáticos eran gente que se movía en círculos cerrados y que solo estaban informados de lo que ocurría en esos círculos. Los diplomáticos le resultaban orgullosos:

- Me gustaría poder eliminar de los hombres el demonio del orgullo. Entre ustedes (Hitler se refiere a los diplomáticos) el valor se mide por la altura de los tacones. Si uno de nuestros diplomáticos tuviera que alojarse en un hotel de tercera categoría o se viese en la precisión de coger un taxi , ¡Qué deshonor! Y sin embargo a veces tiene interés conocer todos los ambientes. Los jóvenes se libran de esto con mayor facilidad que los bonzos. 

Hitler no era partidario de mantener un personal numeroso en las legaciones porque pensaba que lo único que hacían era recortar periódicos. 
Para Hitler el interés del estado era lo primero. Siempre dijo que primero era el interés del estado antes que el interés individual. 

- El estado no puede ser independiente y tener una autoridad indiscutible. El simple hecho de tener acciones de una sociedad, es para mi suficiente para esa exclusión. Todo funcionario debe ser puesto ante la alternativa de renunciar a sus acciones o abandonar el servicio del estado. Los servidores del estado no deben mezclarse  de ningún modo en especulaciones financieras. Si tienen dinero, que compren bienes inmuebles o que lo coloquen en valores del estado. Por lo demás, la seguridad de tales valores permite que a la larga esas inversiones sean más lucrativas que las de empresas privadas, que tienen necesariamente altas y bajas. 

Lo que pretendía Hitler era acabar con la especulación y los funcionarios inservibles. Vamos, un problema que todavía tiene nuestra sociedad. Después de la reconstrucción de Berlín, Hitler tenía proyectado instalar los distintos ministerios en lugares reducidos y con poco presupuesto. 

En materia de justicia, a Hitler no le gustaba la lentitud de la justicia. En particular, le irritaban las denuncias por injurias. Dijo:

- Un azote del cual podrémos librar ya desde ahora a los tribunales, son las querellas por injuria.  Se dispondrá que no pueden presentarse  hasta después de un plazo de cuatro a seis semanas. Entretanto, las partes se reconciliarán, y ese género de asuntos desaparecerán de los juzgados. 

Yo creo que cuando juzgamos a Hitler por lo ocurrido durante su mandato, tendemos a equivocarnos, puesto que las ideas de Hitler no terminaron de ponerse en práctica ni  en una mínima parte. Ciertamente, la guerra no fue un momento adecuado y Hitler quiso esperar a que acabara para poder poner en práctica sus ideas nacionalsocialistas. 

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