Quedaba pendiente del post anterior explicar cómo ha aplicado Zapatero, hábilmente hay que añadir, ese misticismo socialista que impregna y envenena a gran parte de la sociedad española.
Los místicos: son personas seductoras y dramáticas, con grandes habilidades para convencer a los demás de que es posible alcanzar el éxtasis (el nirvana, la unión con el universo absoluto...) a través de un viaje iniciático que por fuerza habrá de culminar en un objetivo último y final: la felicidad a través de la comunión espiritual con el TODO.
Saben seducir mostrando grandes dosis de optimismo, pero al tiempo escenifican dramáticamente (tensionando) la necesidad de recorrer un camino duro, lleno de pruebas, y que se sucederá por etapasZapatero, el místico: un optimista antropológico en el parecer de muchos. Un canalla embaucador y miserable en mi humilde opinión.
El gurú Zapatero prometió un viaje iniciático a las irracionales masas: un largo recorrido que habría de llevar a España al pleno empleo y a jugar por derecho propio en la championli
Así pudo seducir a un pueblo más propenso a hacer una sesión de espiritismo que a acudir a misa; a individuos-masa que no creían en la Santísima Trinidad, pero que no tenían empacho alguno en ponerse en manos de tarotistas y otros timadores profesionales de lo sobrenatural; amantes del yoga y detractores de los crucifijos en las escuelas.
El campo estaba abonado, máxime después de que Alá dejara bien clarito con sus bombas que los eternos malosos eran los bigotudos de siempre, herederos de franquistas y falangistas. He ahí el eterno tantra del místico progre, que repite cansinamente cual si de un cristiano Rosario se tratara.
Y el gurú Zapatero subió a la cima de la montaña, y desde allí proclamó las bondades de su proyecto socialista que haría que "a España no la reconociera ni la madre que la parió".
Y desde allí, rodeado de lo que muchos creyeron un aura mística de puro buenismo y loables intenciones, pontificó y animó para que el pueblo español subiera por aquel camino tortuoso y sacrificado¡No desesperéis!, gritaba desde su cómoda y privilegiada posición, pues en la siguiente etapa está la salvación. ¿Acaso no véis esos brotes verdes que ya asoman por el horizonte?
Y los años pasaron y el tiempo corrió, y sus pacientes fieles siempre esperando ver algún brote verde que fuese real y no producto de la ensoñación del gurú. Estaba claro que el gurú no podía mentir, era un hombre santo bueno y creía ciegamente en su promesa de felicidad. Y, lo más importante, ¡no tenía bigotesFinalmente gran parte del pueblo entendió el engaño, pero apenas estaba digiriendo el timo del que había sido víctima cuando, de repente, un nuevo gurú apareció por el horizonte:
¡Creedme, yo tengo la fórmula y sé cómo sacar a España de la crisis!
El gurú Zapatero ha muerto ¡viva el nuevo gurú Rubalcaba!
¿Quién nos dice, se preguntaron las masas de nuevo, que en esta ocasión no sea cierto que alcanzaremos el tan ansiado y prometido nirvana?
Salduos y ¡Arriba España
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