Los que, “de entrada”, se negaban a que España formara parte de la OTAN salieron del poder habiendo participado en la I Guerra del Golfo. Esos proletarios que iban pueblo a pueblo pidiendo el voto de los descamisaos trasmutaron, no a mucho tardar, en la flor y nata de la beautiful people. Una izquierda exquisita a la que Felipe González, otrora Isidoro –su nombre en el PSOE clandestino de la dictadura–, sucumbió encantado. Con trazo grueso pueden resumirse los 30 años desde que el PSOE de Suresnes llegó al poder en ese prolífico año 82 como una historia de contradicciones, cuando no de engaños.
El próximo 28 de octubre se cumplirán tres décadas de la instantánea de Guerra sosteniendo el puño de González asomados a una ventana del hotel Palace. Fue el cuartel general de los socialistas durante aquella jornada electoral histórica. Con el eco del ruido de sables aún latente en los tímpanos de los españoles –hacía poco más de un año del golpe del 23-F– un partido de izquierdas gobernaría el país tras casi 40 años de dictadura militar.
Claro que en este tiempo –a excepción de los ocho años de aznarismo– aquellos que se decían proletarios pasaron a ser los señoritos de un cortijo llamado España. La metamorfosis llegó al punto de pasar –como ocurrió con la nacionalización de Rumasa en 1983– de expropiar empresas “por el interés nacional” a conceder indultos a altos ejecutivos de la Banca (léase la referencia de los últimos Consejos de Ministros de Zapatero). Precisamente este último, con su socialismo de diseño, le dio la puntilla a un partido que desde su primera debacle electoral, en el 96, nunca llegó a sobreponerse. De por medio, corrupción por doquier. Filesa fue el máximo exponente pero, de ahí para abajo, todos, hasta llegar a los cafelitos “de mi helmano”. De Guerra, vaya. Incluso crimen de Estado perpetrado por los GAL que llevaron a la cúpula de Interior a sentarse en el banquillo y a dormir entre rejas.
Pasarán más de mil años y el felipismo seguirá ahí, hierático. No deja de sorprender que, tras el impasse del zapaterismo, como un eterno día de la marmota, el PSOE esté ahora liderado por quien ya entonces ocupaba cargos en la Administración socialista y llegaría a ser varias veces ministro y portavoz del Gobierno.